Este fue uno de mis post más destacados en mi antiguo blog, y hoy quise rescatarlo porque el pasado domingo fue uno de los temas que más enfatizamos en la última sesión de la primera temporada de Nacer de Nuevo y Sanar el Alma. Me re fiero al mal hábito de juzgar. Además, porque esta semana tuve una experiencia que me hizo volver a reflexionar sobre este tema. Creo que hay aprendizajes que no los aplicamos siempre en su totalidad, y no nos viene mal un recordatorio que nos sirva de reflexión para mantenernos a raya. Sobretodo, porque la tentación de JUZGAR es una en la que todos caemos con más frecuencia de lo que nos gustaría admitir.
No creo que haya sido coincidencia…
...leyendo un libro… muy aterrizado y entretenido…leí unos párrafos que de inmediato quise compartir… y cómo en muchas ocasiones en la vida… por atender otras cosas, más o menos importantes lo postergué de un día para otro y de un día para otro, y hasta más de una semana antes de que lograra compartilo. Duré toda una semana con esa intención clavada en mi corazón… y como para que no se me fuera olvidar en el pasar de esos días es impresionante los recordatorios que recibí:
- Por un lado, abrí un paréntesis, y mientras leí otro libro que me cautivó tanto y fue tan fácil de leer, que lo acabé en dos días. El mismo no llegó a su término sin recordarme este tema, del cuál ya había establecido la intención de compartir mi punto de vista y el material sacado de aquel otro libro. Entonces ya tenía dos citas pendientes de compartir. Así que otra vez establecí la intención de compartir!
- En uno de los devocionales de esa misma semana… wow... otro recordatorio!!! Y entonces me dijo una voz: "Oh! Pero esto ya es un mandato! 'Siéntate y escribe'; y yo, una vez más, haciéndome víctima del caos preparatorio de unas vacaciones que tenía por delante… (buena excusa)… volví a postergar!! - Luego, y no se si el mismo día de mi devocional o al día siguiente, me compartieron otra lectura que recibo con regularidad. Y qué creen??? Otra vez el mismo tema…
- Y en la misma semana, a través de una experiencia personal que me recordó lo que se siente, estar en el lado receptor de “este mal del que todos padecemos"; como para recordarme, no sólo que acabara de hacer el escrito para compartirlo de una vez y por todas, sino que experimentara lo que se siente; para que cuando ella, “la lengua”…“mi lengua”, quisiera hacer uso del “mal hábito” que es el objeto de este post, me lo pensara dos veces.
Primera Fuente: El maravilloso libro del Dr. Alberto Verdeja Ibáñez (padre de un queridísimo amigo),“Caminemos más fácilmente por la vida”. Capítulo 17: El Intruismo Profesional. “Por allá por los años 30, se promulgó en Cuba una ley contra el intruismo profesional. Fue propuesta por la Asociación de Odontólogos del país, y el espíritu de la misma era el de castigar a aquellas personas que sin tener título de dentista, practicaba los quehaceres de dicha profesión. Esto se hizo extensivo a otras profesiones y siempre el fundamento era el mismo: proteger a la sociedad de las consecuencias de la impericia y la mala calificación de los prácticos. Existen tres profesiones en las que TODOS nos pasamos la vida haciendo intruismo profesional, lo hacemos a diario e inclusive varias veces al día; muchas veces con menos calificación que los intrusos antes señalados. Y para colmo concentramos en una sola persona (nosotros mismos) el trabajo que en la práctica corresponde a tres personas distintas. Estas tres profesiones son: fiscal, juez y verdugo. Acusamos, condenamos y ejecutamos a nuestros semejantes con elevada frecuencia, y con la mayor e irresponsable tranquilidad. Cualquier conducta que consideremos impropia, o más grave aún, aquellos procederes que no entendemos, entran inmediatamente en el proceso jurídico de “nuestro tribunal unitario”. Ocupamos entonces el escaño del fiscal y sin haber elaborado previamente un expediente de pruebas, sin presentar testigos y basados en un simple dato que nos contaron, bombardeamos al acusado con una serie de suposiciones que damos por hechos reales, todas en su contra, claro está para convencer al juez, “Nuestra Señoría”, de lo nefasto de su conducta. Hay algo curioso, el acusado no puede hablar, y simplemente o puede, porque no está allí, ni jamás se nos ha ocurrido preguntarle por qué hizo lo que hizo. Después de nuestra brillante acusación y sin el turno para la defensa, que no existe, el juez (nosotros mismos) condena; y a continuación constituidos verdugos, ejecutamos la sentencia que por lo general consiste en desacreditar, difamar o muchas otras formas de castigo que se nos puedan ocurrir. Aún profesionales calificados, los expertos, o sea los fiscales, abogados y los jueces, a pesar de sus conocimientos, de la jurisprudencia, y de la documentación exhaustiva que obtienen de los casos, a veces comenten errores. Imaginemos entonces las altas que están nuestras posibilidades de equivocarnos, al meternos en un terreno que apenas conocemos, sin documentación y sin llevarnos del procedimiento. Lincoln decía con mucha frecuencia (y era abogado) “No juzgues si no quieres ser juzgado”, y es también conocido un refrán que dice: “Si Dios que es Dios no pretende juzgar al hombre hasta el final de sus días, por qué habremos de estarlo juzgando usted y yo cada 5 minutos?” Interesante forma de describir este mal hábito de darle riendas sueltas a nuestra lengua, no????? Segunda Cita: Doris Ponciano en su libro “El Círculo de las Relaciones”, al concluir una de sus historias, nos narra la enseñanza: “… sólo podemos penetrar en nuestra mente y sentimientos, y no en los ajenos. Hay un principio básico en la vida y es que no debemos asumir nada. Somos muy dados a cuestionar y condenar al otro. Ese otro, al igual que tú, tiene su propio mundo en su cabeza. Lo que tú quieres o necesitas, no es igual para tu pareja ni nadie más. Esto lo repetiré siempre porque cuando todos entendamos este principio y lo pongamos en práctica, estaremos en posición más cómoda de vivir la vida con mayor plenitud y sabiduría.” Tercera Cita: Devocional Nuestro Pan Diario: “Conversación Ardiente”: Así es como Santiago describe la lengua: «un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno» (Santiago 3:6). Una declaración falsa hecha por aquí, una murmuración por allá, un comentario maligno en otra parte, y las relaciones se destruyen. Proverbios 12:18 afirma: «Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina». Tal como el fuego tiene un lado destructivo y otro beneficioso, «la muerte y la vida están en poder de la lengua» (18:21). Para que una conversación refleje la presencia de Dios en nuestra vida y le agrade a Él, que sea «siempre con gracia» (Colosenses 4:6).
Cuarta Cita: un mensaje cuyo título era: “NO JUZGUES”! "Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres cumplidor de la ley, sino juez de ella. (Santiago 4:11) No juzguen a los demás y no serán juzgados ustedes. Porque de la misma manera que ustedes juzguen, así serán juzgados, y la misma medida que ustedes usen para los demás, será usada para ustedes. (Mateo 7:1-2)" Definitivamente que es de sabios contenerse, y todos debemos anhelar y perseguir llegar a ese nivel de sabiduría. Porque muchas veces, eso que señalamos, o a aquel que señalamos, está pasando o ha pasado por la misma situación que tú también viviste, y que en silencio consumiste sin que fuese de dominio público. Cada persona sabe por qué hace lo que hace, y nosotros nunca seremos capaces de conocer a ciencias ciertas el 100% de una conducta rara, distinta, incomprensible o simplemente diferente a la que marcaban nuestras expectativas. Y como concluye el Dr. Verdeja en ese capítulo que me inspiró a compartirles ese tema: “después de haber difamado a nuestras anchas a la persona, al enterarnos de las razones que lo movieron a actuar así, las cuales le dan a su proceder, lógica, ética y cordura, simplemente decimos: “Pero cómo iba yo a imaginar…” pero el daño que hicimos con nuestra opinión festinada, ya está hecho." Qué les parece si dejamos que los fiscales acusen, que los jueces juzguen y que los verdugos castiguen??? …porque mientras más de nosotros nos abstengamos del intruismo profesional, suben las posibilidades de que dentro de los próximos 5 minutos ó 24 horas, no seamos nosotros mismos el objeto del juicio.
===================FIN DE LA ENTRADA ORIGINAL===================
Este fin de semana en nuestra sesión de Nacer de Nuevo y Sanar el Alma aprendimos que hay 4 principios espirituales de fundamento bíblico que cuando los violamos afectamos ineludiblemente nuestra sanidad interior y nuestro bienestar en general. Dos de ellos tienen que ver con JUZGAR. Te invito a que refelxiones y te preguntes si hay cosas en tu vida que no están funcionando bien o tan bien como quisieses. Tal vez sea porque en esa área has juzgado a alguien y estás cosechando el fruto de tu juicio.
Feliz resto de la semana!
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